Fueron una de las obras hidráulicas más extensas del mundo antiguo, y su trazado una obra de ingeniería que ha perdurado 2.000 años. En este reportaje infográfico podrás recorrer los canales con el ratón, conocer las rutas, así como ponerse en la piel de un ingeniero romano para conocer paso a paso cómo trazaron esta red de 600 KM desde el Valle del Silencio o La Cabrera hasta Las Médulas
El entorno de las minas de oro romanas de Las Médulas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1997, es uno de los principales tesoros paisajísticos de El Bierzo. Pero lo que no todo el mundo sabe es que, oculta en las faldas de las montañas que rodean la antigua explotación aurífera, se encuentra una impresionante red de canales de agua que abastecían la mina y que suman más de 600 kilómetros de longitud, algunos de los cuáles se pueden recorrer ahora en itinerarios de montaña.
La red de canales permaneció poco conocida e infravalorada hasta época reciente y su cartografía y estudio detallado no se acometió hasta los primeros años del siglo XXI. Casi enterrados por el paso del tiempo, deformados por los procesos de erosión de las laderas y sepultados bajo un manto de arbustos, los canales han sobrevivido y hoy esperan ver una nueva luz con el proceso de recuperación y puesta en valor impulsado por el Consejo Comarcal para rescatar del olvido el que es uno de los secretos mejor guardados que duerme en el corazón de Las Médulas.
El Bierzo en el Imperio Romano
Las Médulas fueron la mayor mina de oro del Imperio Romano y cambiaron por completo la manera de vivir de los pobladores de ese antiguo territorio que hoy es El Bierzo (de Bergidum). Los trabajos de explotación en la mina se prolongaron durante 250 años, hasta principios del siglo III, y la construcción de los canales fue el primer paso que permitió extraer oro de la montaña a través de un proceso conocido como ‘ruina montium’. Fueron una de las obras hidráulicas más extensas del mundo antiguo, y su trazado una obra de ingeniería que ha perdurado 2.000 años. En el olvido y empequeñecidos por los restos de Las Médulas, sin embargo los canales han sido recuperados como rutas de senderismo y ahora se valora su inclusión dentro del espacio cultural y protegido de este Patrimonio de la Humanidad.
Trazado de los canales
Existen nueve canales que abastecían de agua la mina de Las Médulas. Entre todos, suman una extensión de más de 600 km. Seis de esos canales discurren por la ladera sur de los montes Aquilianos y sólo tres están escarbados en la ladera norte, del lado que mira a la depresión de El Bierzo. Su principal característica es que a lo largo del recorrido, que en algunos casos alcanza los 143 km, la pendiente se mantiene constante en torno al 0,3%.
Construcción canales romanos
La construcción de los canales de Las Médulas se desarrolló en cuatro fases, conforme se iban explotando diferentes zonas de la mina. Para construirlos se usaron rudimentarias herramientas metálicas y otros ingenios como el corobate, la groma o la dioptra, que ayudaban a los ingenieros a nivelar, alinear y orientar las canalizaciones.
Senderismo
La recuperación de los antiguos canales, impulsada por el Consejo Comarcal, ha permitido recuperar más de 60 km de rutas de senderismo que transcurren por el mismo lugar por el que circulaban las aguas. Se han creado dos senderos de pequeño recorrido y uno de gran distancia, adaptados a todo tipo de público. En Puente Domingo Flórez existe además un Aula de Interpretación de los Canales que es punto de partida además para varias rutas por los canales.
El entonces presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Alfonso Arias (3I), junto al presidente de la asociación Asodebi, José Luis Ramón (4I) y los alcaldes de Benuza, Borrenes, Carucedo y de Puente de Domingo Flórez, durante la apertura del Aula de los canales romanos en Puente (Julio de 2014 / Foto César Sánchez)
La conquista de Bergidum
Corre el año 19 a.C. El Imperio Romano, bajo el mando del emperador César Augusto, ha arrancado Bergidum de las manos de las tribus astures y con ello da por finalizada la conquista de Hispania. El emperador emprende una reforma del sistema monetario en la que, por primera vez, el oro jugará un papel principal y el Imperio necesita de explotaciones a gran escala. Con la pacificación en el noroeste peninsular y tras comprobar la riqueza minera de la zona, los romanos se embarcan en una aventura en busca de oro que les lleva, en última instancia a la construcción de la mayor mina de oro del Imperio: Las Médulas.
Los trabajos de explotación en Las Médulas se prolongaron durante 250 años, desde principios del siglo I hasta su decadencia, a principios del siglo III. La explotación minera y la nueva administración romana trajeron consigo cambios en la manera en como vivían los pobladores de la zona. Los supervivientes de las tribus astures se ven obligados a abandonar sus castros y bajar a los valles, mientras los romanos establecen su propio sistema de núcleos para asentar a la población trabajadora y los representantes de la administración, el cuerpo técnico y el ejército. Los nuevos asentamientos se sitúan en lugares elevados, como en los casos de los castros de Orellán o de Pedreiras, siempre en las proximidades de alguna explotación minera o en un lugar favorable para el control de los canales que conducían el agua.
“Los trabajos de los Gigantes”
“Si no hay agua, no hay oro”. Son palabras del ingeniero de minas Roberto Matías, que en 2004 recorrió a pie los valles que envuelven Las Médulas para realizar la primera cartografía de los canales romanos que abastecen a la mina. Pero para comprender la importancia del agua en el funcionamiento de la explotación, también podemos viajar dos mil años atrás en el tiempo para revisar los escritos del naturalista romano Plinio en su obra ‘Naturalis Historia’, escrita en la segunda mitad del siglo I de nuestra era. Plinio visitó el noroeste de la península Ibérica y describió en detalle el trabajo en las explotaciones auríferas, recurriendo en gran parte, sin duda, a lo que pudo ver con sus propios ojos en Las Médulas.
El naturalista romano describe la construcción de los canales como “trabajos de los Gigantes” que se dan a lo largo de “cien millas”. “Se canalizan las aguas por donde no hay lugar para las pisadas del hombre”, resume Plinio, que pone nombre a las galerías excavadas en la roca -arrugias- y a las fosas donde se separaba el oro del sedimento -agogas-.
A lo largo de estos recorridos se encuentran restos de los muros de piedra que sirvieron para sostener la caja del canal, y se pueden identificar todavía las picaduras en la roca producidas por el golpeo de rústicas herramientas de hierro hace casi 2.000 años. En algunos enclaves se comprueba que los canales atravesaban pasos inverosímiles, como demuestran muros milenarios y tajos colgados en pendientes vertiginosas, donde las dificultades para levantar una obra similar resultan evidentes incluso con los medios de hoy en día.
Plinio también advierte de los “grandes peligros y costes” asociados a la explotación: “Y de repente se forman grietas que provocan derrumbes aplastando a los obreros, de modo que parece ya menos temerario buscar perlas en el fondo del mar. ¡Hasta tal punto más peligrosa hemos convertido la tierra!”.
Las Médulas: ’Ruina montium’
Los canales que abastecían la mina terminan en grandes depósitos desde los que se distribuía el agua para abatir los aluviones auríferos y procesar el lodazal que resultaba de los derribos. Plinio explica que “la montaña cae desmenuzada por sí misma con un prolongado fragor, tal que la mente humana no es capaz de concebirlo, a la vez que con un golpe de aire increíble, mientras los mineros contemplan victoriosos el derrumbamiento de la naturaleza”.
La montaña, así convertida en una masa de lodo por la acción del agua, era conducida hacia los canales de lavado -las agogas de Plinio-, donde se recuperaba el oro por decantación. Las siguientes palabras de Plinio resumen el proceso de limpiado de los sedimentos y de obtención del preciado material, separando el oro de la tierra: “Todavía queda otra labor en el llano. Se cavan agogas por las que fluye la corriente de agua; éstas se cubren a intervalos con urce. Se trata de un arbusto semejante al romero, que por su aspereza retiene el oro. Los lados se cierran con tablas y por los lugares escarpados se suspenden los canales. Fluyendo de este modo, la tierra se desliza en el mar y el monte derruido desaparece, y por estas causas Hispania ya ha hecho avanzar gran cantidad de tierras hacia el mar.”
El uso combinado del agua y un sistema de galerías subterráneas para derrumbar grandes masas de sedimentos aluviales ha dado lugar a la formación de los grandes acantilados que se han convertido en icono de la zona, con alturas que pueden superar los 100 metros.
Desde los Aquilianos parten los canales, en las entrañas del Valle del Silencio, hasta Médulas
“No es un paisaje, es una obra”
El motivo para que los canales de abastecimiento de Las Médulas hayan dormido durante tantos años en el olvido tiene que ver, según Roberto Matías, con el hecho de que el visitante “no percibe el conjunto”. Según el ingeniero de minas, es necesario un cambio de enfoque que sobrepase lo estético: “Hay que dejar de explicar Las Médulas como un paisaje bonito y empezar a explicarla como una obra de ingeniería”, explica.
“No es un paisaje, es una obra”, son precisamente las primeras palabras que Engracia Puerto, la encargada del Aula de Recepción de Visitantes en Las Médulas, dirige a los que se acercan a su mostrador. “Lo más vistoso es el paisaje típico de Las Médulas, pero sin los canales, nada de esto hubiera existido”, recuerda.
Matías cuenta como, desde niño tuvo una imagen mística de la mina de oro que un día fueron Las Médulas y una conciencia temprana de que, en algún lugar cercano, existían unas grandes redes de abastecimiento de agua para la mayor mina de oro del Imperio Romano. “Al empezar a pisarlos entendí la importancia de los canales”, explica, al recordar el proceso de cartografía que culminó en 2004. “El paisaje es el resultado de que hace 2.000 años nuestros antepasados construyeron una red hidráulica inmensa”, resume, y aporta datos que dan una idea de la magnitud de la obra. “Para la construcción de la gran pirámide de Gizeh, se movieron dos millones de metros cúbicos de piedra, la misma cantidad que se movió en Las Médulas”, destaca. “Esas cantidades de tierra no se volvieron a mover hasta el siglo XIX, con el nacimiento de la máquina de vapor, y no se hizo con esclavos como se suele decir, sino con el agua”, resalta.
Otro dato permite hacerse una idea de la importancia que la mina de Las Médulas tenía en el Imperio Romano. “Para abastecer a Roma, la capital del Imperio, se creó una red de acueductos de 700 kilómetros. Pues la red hidráulica de las Médulas sólo tenía 100 kilómetros menos”, recuerda Matías.
Trazado de los canales
Una de las características que más llama la atención en las observaciones de campo es la pendiente suave y uniforme que presenta el trazado de los canales y que se mantiene, con un pequeño margen de error, en torno al 0,2-0,3%. Al mantenerse la pendiente regular a lo largo de muchos kilómetros, el trazado de los canales queda identificado de manera peculiar sobre el terreno. Y es que “si te pasas de ese punto, ya no encuentras agua”, recuerda Matías, que explica que la construcción del canal se llevaba a cabo desde la explotación hacia el curso de agua y no al revés. “Lo que marca la posición es la altura de la mina”, explica el ingeniero, que recuerda que entre diferentes puntos de explotación en Las Médulas existen diferencias de cota de hasta 200 metros.
El conjunto de canales consta de nueve conducciones principales, que discurren por las dos vertientes de los montes Aquilianos, de manera que sólo tres de ellos tienen su trazado por la vertiente septentrional, la que mira a la depresión de El Bierzo. El resto, seis canales principales y dos auxiliares, surcan las laderas meridionales de la sierra, las que vierten al valle del río Cabrera.
La vertiente norte: La red hidráulica de la vertiente norte bebe de las aguas del río Oza y sus tres canales suman una longitud de casi 150 kilómetros. Dos de ellos, el CN-1 y el CN-2, captaban sus aguas en el limitado caudal del Oza a la altura de Peñalba de Santiago. Más recientemente, se ha constatado la existencia de un tercer canal, denominado CN-1bis, de corto recorrido y que captaba las aguas del arroyo de Ferradillo en Villavieja.
La vertiente sur: Por la otra vertiente de los Aquilianos, circulan seis canales que suman más de 450 kilómetros de longitud. Tres de estos canales -el C-0, el C-1 y el C-3- tenían su captación directamente en el cauce del caudaloso río Cabrera, mientras que el canal C-4 realizaba un trasvase de cuencas, recogiendo las aguas en la cabecera del río Eria, perteneciente a la cuenca del Duero, en la localidad de Corporales, y devolviéndolas, a través de Las Médulas, a la cuenca del Sil. Los dos restantes aprovechaban el caudal de arroyos intermedios, afluentes del Cabrera por la derecha, como el arroyo de Valdecorrales en Llamas de Cabrera (canal C-2), y el arroyo de la Sierra en Odollo (canal C-5).
Entre estos canales destaca, por su extensión, el canal C3 que, con sus 143 kilómetros de longitud, constituye la segunda conducción de agua más larga de la antigüedad, sólo superado por el acueducto que abastecía a la ciudad romana de Constantinopla, la actual Estambul. A lo largo de sus “cien millas”, tal y como las describió Plinio, el canal mantiene una pendiente uniforme y constante del 0,21% y sus aguas tardaban tres días en llegar desde el lago de La Baña hasta el depósito a pie de mina.
También hay que hacer mención especial al canal C0, el que circula a menor altitud de toda la red hidráulica y, por lo tanto, el primero que se construyó y que se usó para iniciar la explotación del yacimiento en su sector inferior, en el entorno de la actual población de Carucedo. A día de hoy, este canal ha desaparecido en gran parte por culpa de la acción del hombre y la presencia de canteras a lo largo del recorrido.
Una de las maquetas del Aula de Interpretación en Puente, que reproduce el trabajo para picas la roca
Construcción de los canales
Los canales romanos de Las Médulas fueron la red de abastecimiento hidráulico del mayor complejo minero de la Antigüedad y se erigían como parte fundamental del sistema de explotación, proporcionando la energía necesaria para derrumbar y remover cientos de millones de metros cúbicos de sedimentos aluviales ricos en contenido aurífero.
La red de canales que se construyó a medida que avanzaba el desarrollo de la explotación constituye un aspecto poco conocido de la minería romana. La propia estructura de la red de abastecimiento de agua de la mina y su disposición en diferentes cotas de la montaña indican que los trabajos en la mina tuvieron cuatro fases definidas, de manera que los canales funcionaron durante 200 años de manera ininterrumpida pero no simultánea.
La primera de esas fases usó las aguas llegadas por el canal C-0 para explotar la parte más baja del yacimiento, próxima al fondo del valle y situada por encima de Salas de La Ribera, en el actual emplazamiento de Carucedo. La segunda fase, en una cota más elevada, usaba el aporte de agua del canal CN-1 de la red del norte y el C-1 y C-2 de la red meridional. Los trabajos se extienden a una superficie mucho mayor, en los parajes conocidos como La Frisga y el Soutín, entre las localidades de Carucedo y Las Médulas, y en el entorno del barranco de la Balouta.
La tercera fase de los trabajos implica la construcción del resto de la red hidráulica, comenzando por el grandioso canal C-3 de la red sur. Más tarde, se construyen los canales C-4 y C-5, en el sur, y el CN-2, en la vertiente norte.Los canales C-1 y C-2 quedan inutilizados y los de reciente construcción confluyen en el depósito de Campo da Braña. En la última fase, la mina, que hasta entonces había progresado hacia cotas cada vez más elevadas, inicia un proceso descendente y retoma la explotación de zonas más bajas que en la etapa anterior. Los trabajos tienen lugar en el sector comprendido entre las localidades de Las Médulas y Orellán.
Todos los canales de Las Médulas fueron realizados mediante excavación directa, empleando únicamente herramientas manuales de hierro y ayudándose del agua para debilitar y derribar la roca. Un extracto de la obra de Plinio da una idea de la magnitud de los trabajos: “Las gargantas y crestas se unen con canales apoyados sobre cimientos. En otros lugares se cortan las rocas inaccesibles y se las dispone para proporcionar asiento a troncos colocados en huecos. Quienes hacen los cortes están colgados con cuerdas, de modo que a quien observa de lejos ni siquiera le parecen animales salvajes, sino pájaros. Suspendidos en el aire, nivelan y trazan las líneas del recorrido”.
En la construcción de los canales fue fundamental el papel desempeñado por los ‘libratores’, ingenieros que formaban parte del Ejército romano y que se encargaban de su diseño. La mano de obra estuvo compuesta por miembros de las tribus astures, que ya conocían el valor del oro y las joyas antes de la llegada de los romanos, pero que nunca lo habían extraído a ese nivel.
Para la construcción de los canales, además de las rudimentarias herramientas metálicas, los romanos se sirvieron de ingenios como el corobate, la groma o la dioptra. El primero constaba de un tronco de unos seis metros de longitud, que servía para la medición de niveles, gracias a unas plomadas y a una ranura horadada en la superficie, que se llenaba de agua.
La groma era el principal aparato para comprobar alineaciones y corregir las perpendiculares. Consistía en una pértiga vertical que soportaba un travesaño que podía girar en el plano horizontal. Cada brazo de este travesaño soportaba en su extremo una plomada.
La dioptra es una groma perfeccionada usada para medir ángulos horizontales y verticales. La herramienta constaba de un tubo de observación unido a un soporte giratorio.
Unos senderistas durante su caminata por uno de los canales recuperados y señalizados, cerca de Valdefrancos (Ponferrada), en el Valle del Oza / Foto Víctor Alón
El proceso de puesta en valor
El reconocimiento y cartografía de la red de canales de Las Médulas supuso la puesta en marcha del proceso de puesta en valor de los canales romanos como patrimonio arqueológico y recurso de interés cultural. El conocimiento detallado de la red de canales hidráulicos de Las Médulas se debe, en gran medida, a los estudios desarrollados en la primera década del siglo XXI por Roberto Matías, sobre la base de un minucioso trabajo de campo, y con el punto de partida en todo un conjunto de datos previos, en gran parte imprecisos, en los que hasta entonces se había venido sustentando la argumentación teórica acerca, no solo de los canales romanos, sino del conjunto del yacimiento arqueológico.
El reconocimiento sobre el terreno de buena parte del trazado de los canales permitió también el descubrimiento de la que posiblemente sea la mayor mina de oro subterránea de época romana de España, situada en el entorno de Llamas de Cabrera, y con una red de abastecimiento propia y que corta la de Las Médulas, que hubieron de ser abandonadas deliberadamente antes de la construcción de esta última mina.
A raíz de estos trabajos, en 2012 el Consejo Comarcal de El Bierzo retoma una idea surgida en 2010 en el seno del Ayuntamiento de Benuza para impulsar la redacción del proyecto titulado ‘Itinerario cultural por los canales romanos de Las Médulas en la Cabrera’ para la puesta en valor de este recurso mediante la creación de una red de senderos de más de 60 km y la definición de una serie de puntos de interés.
La ejecución del proyecto de recuperación contó con la colaboración y participación del Consejo Comarcal, el Patronato de Tursimo de El Bierzo, Asodebi, la Junta de Castilla y León, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente y la Unión Europea. La inversión para la puesta en marcha del proyecto fue de 345.000 euros, destinados a la adecuación de los senderos, y la creación de una página web, un vídeo y otras acciones de promoción.
Dado que la mayor parte del trazado de los canales se hallaba cubierta de vegetación, con la excepción de algunos tramos que se han venido utilizando tradicionalmente como caminos de carros o carriles, la apertura de las sendas supuso una ardua labor de desbroce y creación de una huella a modo de sendero para hacerlos transitables. Además, y para respetar el medio ambiente, en este proceso se utilizaron exclusivamente medios manuales.
El proyecto pretende dotar de un uso sostenible a la red de canales, para recuperar los tramos de canal que aún existen actualmente y facilitar su conocimiento, divulgación y conservación a largo plazo. Las instituciones implicadas en e proceso se proponen crear una infraestructura de gran atractivo turístico que aproveche el enorme interés histórico y arqueológico de la zona, sustentada en una red de senderos que permiten acceder a puntos clave de la red de canales romanos y que consiguen rescatar y poner en valor un importante legado histórico que yacía olvidado.
Antes de estas actuaciones, en el año 2005 los ayuntamientos de la zona se habían reunido para adoptar la decisión de impulsar la declaración como Bien de Interés Cultural para los canales. Según explica Matías, se llegó a mandar un escrito a Valladolid pero a día de hoy la declaración BIC sigue dormida en los cajones de la Junta. Sí se consiguió una primera figura de protección para los canales, que están reconocidos como zonas arqueológicas.
En 2006, el Consejo Comarcal ya había impulsado la apertura de un Aula de Interpretación de los Canales Romanos de Las Médulas en el municipio de Puente de Domingo Flórez, centro que tras varias intentonas ha reabierto en abril de este año. El aula permite a los visitantes conocer la existencia de los canales a través de un vídeo explicativo y de diversas maquetas y fotografías, acompañadas de sus correspondientes explicaciones. Además, se les propone una visita a los canales aunque no se les ofrece guía sobre el terreno ni se les facilita transporte hasta el lugar de inicio de las rutas, en Llamas de Cabrera.
Rutas de senderismo
Con el objetivo de poner en valor el importante legado arqueológico que representan los canales romanos de Las Médulas, se han diseñado tres itinerarios independientes que siguen el recorrido de diferentes tramos de los canales de la vertiente sur a lo largo de 60 kilómetros de senderos, organizados en un itinerario GR -de gran recorrido- y dos de pequeño recorrido (PR).
El sendero de gran recorrido GR 292 une el paraje de Campo da Braña, en los límites de Las Médulas, con la localidad de Llamas de Cabrera, situada en las faldas del pico de la Cruz. El recorrido está dividido en tres etapas, con puntos intermedios en Pombriego y Santalavilla. La primera etapa, de 13 km, incluye puntos de interés como el depósito de almacenamiento de Campo da Braña o el túnel del Sastre. La segunda etapa, de casi 9 km, permite visitar enclaves como el Buraco de Valellos o el canal de Peña Forcada. La última de las etapas, de 15 km, permite visitar la mina subterránea de La Casarina o el enclave de La Campana, cerca de Llamas, en donde también son visibles muros colgados sobre el precipicio, cortes en la roca, inscripciones, túneles y un aliviadero.
De entre los itinerarios de pequeño recorrido, el PR-LE 61 es el más largo -6,4 km de travesía- y toma la dirección opuesta al itinerario GR, con el que comparte punto de inicio. La ruta une la localidad de Llamas de Cabrera con la ermita de la Virgen del Valle y recorre tramos de los canales C-1 y C-3, que destacan por la importancia de sus restos arqueológicos. A lo largo de dos horas y media de recorrido, el visitante podrá visitar dos túneles excavados en la roca y asombrarse ante los impresionantes muros de sostenimiento de los canales.
El otro recorrido, el PR-LE 62 es un sendero de muy corto recorrido que une Llamas de Cabrera con el paraje del pozo Moyabarba, donde los romanos abrieron un impresionante tajo en la roca para desviar al corriente del río Cabrera y facilitar el bateo de los sedimentos acumulados en el lecho fluvial. Es el sendero menos exigente físicamente y se puede completar en apenas 20 minutos.
La promoción, asignatura pendiente
Matías recuerda que “hace falta una promoción adecuada, que vincule estos senderos al Patrimonio de Humanidad de Las Médulas, pero explicando que son rutas de montaña con distintos niveles de dificultad”. El ingeniero es partidario de crear una infraestructura turística, actualmente en fase embrionaria, que añada valor a los recorridos con activos como la gastronomía o los itinerarios culturales. En ese sentido, lamenta el reciente cierre de la Ferrería de Pombriego, antiguo lugar de oficios y único punto de la zona que ofrecía servicios de hostelería, que no ha recibido ayudas para mantenerse abierta.
Los mismos reproches comparte Guillermo A. Muelas, de la empresa de turismo activo Binatur, la única que ofrece una ruta guiada por el recorrido de los canales. Muelas critica que las administraciones no se preocupen de mantener abierta la hospedería, más aún cuando “la visita a los canales ocupa toda la mañana y la gente tiene mucha prisa”. Para Muelas, el apoyo a estos establecimientos, unido a la promoción entre colegios y a la adecuación de algunos espacios para autobuses, podría hacer aumentar la demanda, que hasta ahora, según reconoce, no existe.
“Los de aquí los tenemos tan cerca que no los valoramos, pero los de fuera sí”, replica Matías.La encargada del Aúla de Interpretación de los Canales, Montse Carracedo, corrobora estos datos. “Este año, unas 500 personas se han interesado por los canales, y la mayoría eran franceses. También hay españoles, pero no de la zona”, explica. Para Carracedo, la promoción de los canales y de sus rutas también es una asignatura pendiente. “Hay que hablar más de los canales porque la gente no sabe que existen”, lamenta.
Cintas de plata que culebrean en las montañas
Los canales romanos de Las Médulas también aparecen en la obra ‘Bosquejo de un Viaje a una Provincia del Interior’, escrita en 1843 por el autor romántico más importante de El Bierzo, Enrique Gil y Carrasco. Sus palabras sirven de cierre a este reportaje:
“Si alguno de los lectores ha cruzado estas cordilleras y visto su naturaleza peñascosa y ruda, las tajadas quiebras y profundos valles que las surcan, conocerá la penalidad infinita con que debieron abrirse los canales que, colgados en escarpadísimas pendientes, todavía hoy nos suspenden y hielan de pasmo. Sujetos a seguir en su dirección todas las inflexiones y desigualdades de los cerros, sus rodeos son mayores de lo que a primera vista parece y una distancia que por el aire apenas llegaría a dos leguas, tal vez pase de ocho o diez en la forma actual (…) Agradable debía ser la vista de todos estos raudales que como otras tantas cintas de plata culebreaban perdiéndose y volviendo a aparecer en los senos de aquellas montañas tan ásperas, solemnes y silenciosas.”
Una de las bocas donde morían los canales, que ahora sirve de cueva para el recorrido de los turistas en Las Médulas